martes, 9 de diciembre de 2014

VAIVENES DE LA JUVENTUD

   
Se supone que ella se enamoró tanto que quedó embarazada, y despreocupándose de su rendimiento escolar y quehaceres, se divertía y bailaba. La decepción de la madre fue una más en la interminable fila del consultorio. La señorita no estaba preparada para ser madre, mas fornicaba contrarreloj, a raudales. Su mamá veía la telenovela sagradamente y fumaba, prestándole atención de inmediato a cualquier comentario sabroso sobre el prójimo, desestimando la evidencia, y si sumamos lo que internet la alucinaba, poco tiempo efectivo le quedaba para conversar con sus hijos de esa potente moralidad y del futuro. No les transmitía con vehemencia sus experiencias y convicciones. La movediza hija no reflexionaba ni con una copa de ron en la mano y era permanentemente asesorada por las casquivanas del liceo y por los jóvenes cachondos, que la invitaban con la luna llena a ser moderna y desenfadada. Entre tanto humo y coreografías de discoteca, calculó mal su periodo, y ahora el dulce y persuasivo novio temporal no localiza un lugar adecuado donde ocultarse. La pasión, el desenfreno del momento, traicionó a la muchacha. La alta tasa de pobreza no fue la culpable. La prueba del ADN y la perseverancia en los tribunales de familia, serían el sendero veraz. Las asesoras le regalaron un calendario chino tamaño gigante, en la que le indicaron con peras y manzanas cuales eran los días fértiles y cuales no, cuales eran los días en la que podía fornicar como una profesional y cuales eran los días que debía mantenerse inmaculada. Después de un manoseo irresistible y sin la ingesta seria de las pastillas anticonceptivas quedó encinta. Sin una autocrítica feroz, la madre también culpo al Ministerio de Educación por los pocos valores morales que les entregan a sus educandos, a la programación nocturna de la televisión, a sus irresponsables amigos y a los ojos claros del fugado yerno. Otros ven en el asesinato en serie o aborto una salida honorable. Un monedero escuálido justificaría en parte la lujuria selvática y la apatía. La madre, y lamentándose amargamente con otras, conservadoras y progresistas, apuestan depresivamente a quien será la próxima soltera preñada. La minifalda y la goma de mascar conforman el vestuario sacerdotal. La regañina estéril es a suma alzada. La joven nueva madre también ve telenovelas absorta y es un poco más garabatera que su progenitora y no fuma más que ella. El bebé desde su cuna mira atento las ventanas una por una y no comprende tanta vaciedad, tanto extravío. Por su primogénito, la señorita espera ser una mesera de lujo acicalada, como en su momento lo fue su mamá.

Fin

Del blog índice “LAS SOTANAS DE SATÁN”




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